En los últimos años, la gente que trabaja en los juzgados y tribunales federales ha mostrado un interés real en que hombres y mujeres tengan las mismas oportunidades y en acabar con cualquier tipo de violencia contra nosotras. Se han puesto en marcha ideas y programas para que haya más justicia en cómo se nos trata y en las oportunidades que tenemos dentro de este mundo. Pero, a pesar de que se han logrado algunas cosas, las mujeres que trabajamos en la justicia federal todavía nos topamos con obstáculos importantes que nos impiden crecer profesionalmente todo lo que podríamos y tener la representación que merecemos en los puestos más altos.
Las trabas que nos pone el sistema y la sociedad a las mujeres en la justicia
Aunque casi tres de cada diez personas que trabajan en la justicia federal somos mujeres (un 29%), esta cifra nos dice que todavía somos pocas en un lugar donde seguimos sufriendo discriminación, violencia de género y no tenemos las mismas oportunidades para llegar a los puestos donde se toman las decisiones importantes. Las dificultades no vienen solo de las instituciones, sino también de cómo piensa la sociedad. Muchas veces, tenemos que hacer malabares entre el trabajo y cuidar de nuestras familias, lo que nos quita tiempo para especializarnos o para competir en igualdad de condiciones con nuestros compañeros hombres.
Y ojo, que no es que no seamos capaces. Las mujeres que trabajamos en la justicia hemos demostrado de sobra que somos profesionales, que estamos preparadas académicamente y que nos tomamos muy en serio nuestro trabajo de impartir justicia. Sin embargo, siguen existiendo cosas que nos hacen más difícil subir a puestos de liderazgo, como ser magistradas o presidentas de tribunales, donde casi no vemos caras femeninas.
Cuando entre nosotras no nos echamos la mano
Otra cosa que pasa y que no está bien es la competencia fea que a veces se da entre nosotras mismas, algo que muchas hemos vivido en el trabajo. Cuando una mujer empieza a tener éxito y a ganar más, a veces surgen comentarios con mala intención, críticas sin fundamento o incluso nos hacen sentir mal emocionalmente. Este tipo de cosas, en lugar de unirnos, nos separan y hacen más difícil que avancemos todas juntas hacia la igualdad.
El acoso en el trabajo: un problema del que no siempre se habla
Aunque haya programas que dicen que quieren que haya igual número de hombres y mujeres, las que queremos llegar a puestos importantes en la justicia federal a veces sufrimos acoso laboral, algo que nos quita confianza y nos frena profesionalmente. Algunas de estas cosas son:
Que nos dan muchísima más faena, haciendo muy difícil tener tiempo para nuestra vida personal.
Que nos castigan administrativamente sin razón, sin que sepamos bien por qué ni podamos defendernos.
Que nos despiden sin justificación, cortando nuestras carreras y sin darnos la oportunidad de defendernos.
Estas experiencias nos hacen sentir fatal y perdemos la confianza en las instituciones y en lo que somos capaces de hacer. Muchas mujeres terminan alejándose de sus metas y de lo que soñaban.
La fuerza de nuestra voz en la justicia
A pesar de todo lo difícil que ha sido, hemos avanzado mucho. Las mujeres que trabajamos en la justicia federal hemos logrado cosas importantes, y nuestra voz se escucha cada vez más fuerte. Cada cosa que conseguimos, cada espacio que ganamos, anima a las abogadas, juezas y magistradas que vienen detrás a seguir luchando por la justicia y la igualdad.
Para seguir avanzando, lo más importante es que nos apoyemos entre nosotras. Es fundamental que las mujeres que trabajamos en el mundo de la justicia nos unamos para derribar las barreras que todavía existen, creando un ambiente donde todas podamos crecer sin miedo a que nos discriminen o nos acosen. Solo trabajando juntas y apoyándonos podremos hacer que la justicia federal sea un lugar realmente justo para todos.
Un futuro donde seamos iguales es posible
El camino hacia la igualdad de género en la justicia es largo, pero podemos llegar a la meta. Las mujeres hemos demostrado que sabemos liderar, innovar y cambiar el sistema judicial, y cada paso que damos nos acerca a un futuro más justo. Seguir impulsando leyes que nos den las mismas oportunidades, programas de formación y espacios para hablar será clave para que las mujeres no solo tengamos un puesto en la justicia, sino que también tengamos las herramientas y el apoyo para destacar en los puestos de mando.
Hoy, la voz de las mujeres en la justicia federal es un símbolo de que no nos rendimos y de que tenemos esperanza. Juntas, podemos construir un sistema judicial donde la igualdad no sea solo una idea, sino algo real que podemos tocar.